Nadie sabe la primavera...


Me siento llena de primavera
porque tengo alhajas serenas
prendidas a la fiesta de mi pecho
y nadie sabe
las flores que no son narcisos
y que crecen por doquier
una vez que la puerta se cierra.

Nadie sabe
la primavera entera
que guardamos en la mesita del velador:
la fiesta de colores intangibles
que se teje en este camino
ni los ríos de aguas dulces
ni los peces de colores
que saludan al sol
en nuestro cobertor.

Nadie sabe
ni se piensa
las colinas, ni los árboles sagrados
ni la música perenne de las flores
ni las yemas de los dedos de las sedas
ni
menos aún
el amor
que sólo sabemos los dos.

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