UNA LÁZARO MECÁNICA


no sé hace cuánto que tengo esta
máquina de escribir IBM Selectric: 12 años
quizá: ha mecanografiado miles de poemas,
docenas de relatos breves, dos o tres
novelas y un guión de cine.

he derramado dentro
cerveza, vino
whisky, vodka y birra de malta además de
ceniza de cigarrillo y puro
y nunca se ha estropeado.

y no sé cuántas horas
de música clásica hemos escuchado
 juntos.

las noches siempre han sido
 largas y buenas,
siempre con la promesa de
 la risa tras nuestros
momentos
más serios.

entonces me regalaron un ordenador por
Navidad.

bueno, hay que mantenerse al
día, ¿no?

después de todo, la vieja máquina estándar
que precedió a la máquina eléctrica
está dignamente retirada
en el sótano

y nosotros también hemos compartido
muchas noches
locas y mágicas.

bueno, antaño los hombres escribían con
 pluma.
hay que progresar.

así que despejé la mesa para poner el
ordenador nuevo.

luego desenchufé la
eléctrica, la cubrí y
la llevé a la esquina
de la habitación y allí
la dejé.

eso fue lo peor: desembarazarme de ella
así.

fue como si tuviera vida propia.

casi esperé que hablase,
como había hablado a menudo, a su propia
manera.

me sentí igual que si hubiera abandonado
un cachorrillo en la calle
fría.

después vino mi hija,
que entiende lo suyo de informática,
para montármelo todo
y enseñarme
unas nociones básicas.

se fue y yo me puse a jugar
con el ordenador.
hacía
maravillas
pero luego reparé en algunas
incongruencias.
el aparato no hacía
 ciertas cosas que, según decían,
debía hacer.

mi esposa lo
intentó.
lo mismo.

apagamos el aparato
y nos fuimos
a dormir.

al día siguiente
cuando volví a casa del
hipódromo
mi mujer me dijo que el
ordenador tenía un fallo técnico o
quizás un
virus.
mi hija había pasado la tarde entera
afanada en repararlo
sin ningún resultado.

así que
por el
momento
mi vieja IBM ha
salido de la tumba,
tengo la botella de cerveza
a la izquierda, y en la pequeña radio
roja, a mi derecha,
suena
Bach.

mi vieja
guerrera eléctrica
ha vuelto y
mecanografía esto ahora
mientras las muchas piezas del
ordenador están
esparcidas por la
alfombra.

¡bravo!


Charles Bukowski.

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