Agua sobre Agua

Ay, duele China recordándome a ti y en la memoria llueve ese poema anónimo del siglo I que se llama Agua y dice: "Me asomé al río Yangtsé, me seducía la transparencia de sus aguas y las quise aprisionar entre mis manos, pero me fue imposible. Hoy, admirando tu belleza, quise, amante, aprisionarla con mi cariño, pero se me fue, fugitiva como el agua". Y, ay, mi llanto porque los últimos días antes de partir estuviese China presente en ese ciclo de películas que vimos con las manos entrelazadas y miedo porque ya sentíamos la despedida. Y, ay de mí, del retorno que tuvo como marco a China, que te llevaba a ti esta vez a separarte de la sombra de mí que nunca se asemejó a la amada flor a la que después de esa película china le pediste una imposible permanencia.